Demasiado a menudo, tenemos buenas ideas que bullen en nuestra cabeza y no llegan a ninguna parte. La base para la materialización de cualquier proyecto es saber trasladar los conceptos a iniciativas concretas, y convertirlo en un buen Plan de Acción. En esta mini cápsula formativa en video os lo explicamos.
En el entorno político, social y económico actual, el mayor desafío al que se enfrentan los empresarios es garantizar la sostenibilidad de su negocio.
Si a todo esto le añadimos los retos que representa la Transformación Digital y la velocidad que ésta imprime al entorno y las tendencias, obtenemos como resultado la necesidad de efectuar una reflexión estratégica periódicamente para garantizar que estamos andando en la dirección correcta.
En este contexto, la gestión global del negocio tiene que alinearse necesariamente con las necesidades y retos que se plantean, como elemento diferenciador respecto a otras organizaciones similares.
Uno de los mayores retos a los qué se enfrentan las empresas, es reenfocar la forma de gestionar los negocios, con una visión global y profesional:
Reforzar la reflexión estratégica, trabajando los aspectos diferenciales del negocio
Profundizar en la relación con los clientes, incrementando el valor de los productos y/o servicios aportados
Incrementar su posicionamiento como empresa de referencia en su sector de actividad
Aumentar la capacidad de adaptación a los cambios en las necesidades del mercado y sus clientes
Trabajar de forma racional la optimización de estructuras y costes
Rediseñar las actividades de back office, entendiéndolas como herramientas de apoyo al negocio
Incorporar las habilidades de gestión al conocimiento existente, dando un paso más para garantizar la viabilidad y sostenibilidad del negocio
Abordar este proceso supone contestar a unas preguntas estratégicas claves rápidamente:
¿Cuál es nuestro posicionamiento e imagen al mercado?
Cómo nos ven al mercado y nuestros clientes?
Cuáles son nuestras ventajas competitivas? Cuáles son nuestros puntos débiles?
¿Qué valor aportamos a nuestros clientes?
Qué atributos definen nuestra propuesta de valor? Cuáles son más relevantes para nuestros clientes?
Qué atributos tenemos que desarrollar para mejorar nuestra propuesta de valor?
Cómo orientar nuestra organización hacia el cliente y el mercado?
¿Cuál es nuestra estrategia comercial?
En qué segmentos / productos decidimos poner el enfoque y las prioridades?
Cómo tenemos que estructurar nuestra cartera de servicios?
Qué productos / segmentos tenemos que potenciar?
Cuál es el canal idóneo para cada segmento de clientes / producto?
Cuáles serían los impactos de estas decisiones?
¿Como nos tendríamos que organizar para posicionarnos fuertemente en estos mercados?
Cuál tiene que ser el rol de los varios intervinientes en el proceso de relación y venta?
¿Cuál es el rol que tienen que tener las funciones de management de back office?
¿Están esos departamentos trabajando con visión de cliente interno y externo?
¿Aportan información de valor para el front office?
¿Son ágiles o burocratizan el negocio?
Una vez realizado este ejercicio, conviene definir unos planes de acción a corto y medio plazo que permitan incrementar la viabilidad y sostenibilidad de la empresa. Sin olvidar la planificación del seguimiento para valorar los avances.
Desde Talent & Value os proponemos un Taller de autodiagnóstico Estratégico, que os servirá para llevar a cabo un ejercicio que permita poner en perspectiva las acciones diarias y la visión global de vuestro negocio
Son las 8,45 de la mañana. Llegas a tu lugar de trabajo, arrancas el ordenador y revisas tu agenda del día. Mientras venías, en tu cabeza se agolpaban y “peleaban” entre sí una larga lista de cosas que debes hacer, y todas tienen una gran prioridad.
Al menos así te lo parece. Cuando abres la agenda, tu agobio se multiplica: sólo quedan 45 minutos para que empiece la primera reunión que tienes programada para hoy. Y los participantes son nada menos que tu cliente más caótico.
Se han programado dos horas para la reunión, pero sabes que serán, como mínimo, tres. También sabes que parte del equipo llegará tarde. Y que apenas se tratarán la mitad de los temas previstos.
Cuando aparezca el primer debate encima de la mesa, con toda probabilidad Juan y José empezarán a discutir sus diferentes puntos de vista, como si en llevarse la razón les fuera la vida. Con suerte, acabarás a mediodía. Sabes que saldrás de la reunión cansado e insatisfecho…y sin tener muy claro cómo seguir con el trabajo, ya que probablemente no se habrá alcanzado ningún acuerdo claro. ¿Te suena esta situación? Estoy segura de que sí. La mayoría de nosotros percibimos las reuniones de trabajo como verdaderos “ladrones de tiempo”, que dificultan nuestra eficiencia y a menudo provocan tensiones.
La buena noticia es que no es tan difícil poner remedio. Por nuestra parte, como acompañantes a numerosos proyectos de transformación organizativa, hemos tenido la oportunidad de ver en numerosas ocasiones cómo una empresa mejora radicalmente la eficacia de sus reuniones aplicando unas sencillas pautas de conducta durante las mismas. Hay mucho más, pero si empiezas por aplicar este pequeño decálogo verás aumentar tu tiempo disponible, y los resultados de tus reuniones.
¿Te interesa saber cómo utilizarlo en tu negocio? ¡Estamos a tu disposición!
Continuamente nos encontramos ante la disyuntiva de una conversación que no tenemos muy claro cómo manejar. Las ideas se agolpan en nuestra cabeza. Nos preocupa la reacción del otro, estamos seguros de lo que queremos, pero no sabemos cómo vamos a convencerle de lo bueno que podría ser para todos que se implique en lo que proponemos…
Como casi todo, acaba por ser una cuestión de orden y preparación. Prueba con esta técnica la próxima vez, verás que funciona.
En primer lugar, define los objetivos de la conversación/negociación: define clarmentea de las metas que se pretenden alcanzar, especificandolas al máximo. Es importante no definir una gran cantidad de ellos, puesto que sería más difícil abarcarlos.
En segundo lugar, prepara tus argumentos. Se trata de razones, motivos o mensajes “de peso” (datos objetivos) para centrar y situar a la otra parte. Permiten justificar el objetivo planteado y dotarlo de credibilidad y solidez para hacerlo factible.
Después, piensa en las resistencias que puede argumentar la otra parte. A menudo nos encontraremos con resistencias ya sean de índole personal o profesional. Es importante manejarlas y anticiparse: dar la sensación de que se conoce a la otra parte y minimizar el impacto de las objeciones.
Por último, haz una lista de los beneficios que obtendrá el otro si se implica. Todas las personas tendemos a implicarnos más, en la medida en que conocemos lo que nos reportará una acción en sí misma. Es importante, igualmente, evidenciar los beneficios o “ganancias” que obtendrá la otra parte con su implicación.
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